Mientras todos se dedicaban a soñar
con inalcanzables donnas angelicatas
yo evadirlas intentaba
y cazaba vampiras efímeras de negras alas
Armado del valor para atacar
ante mí apareció la femme fatale
que con la luna llena a sus espaldas
me invitaba a ir con ella
La seguí intrigado, mi labor había olvidado
y mi alma se perdía en la espesura de su pelo
que se confundía con la noche
que sonaba como el graznido del cuervo
Y ese sonido sombrío es lo último que recuerdo
desperté del letal y embriagador sueño
para descubrir que ella me había abandonado
así que recuperada la cordura volví al sendero olvidado
David García Dávila
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