Seguidores

viernes, 2 de septiembre de 2011

Rutina

Comienza un día más de mi asidua rutina. Cuando me despierto, ya no está a mi lado. El periódico tiene más interés que yo.
Bajo las escaleras y lo veo embobado y absorto bajo los efectos de la caja tonta y con el periódico en el suelo. Te jodes, prensa, te ha dejado por otra.
Los buenos días... ¿Para qué decir tres vocablos que sé que no son verdad?.
Al llamarle para desayunar su expresión cambia y devora la comida como un cerdo revolcándose en el lodo. Que asco.
Estoy harta de tu pasotismo con respecto a la limpieza. Ni siquiera nota que hace una semana que no toco su ropa sucia. En el momento en el que el armario quede vacío, suplicará. Si es que no me he ido antes.
Me provoca risa imaginarlo sin mí. Pobre. No es nadie. En ese caso, que le limpie su madre, que yo ya me estoy hartando.
Podría convertirme en una nueva Madame Bovary y buscar a un hombre que me haga sentir importante, pero ya sé yo como acaba todas esas historias. Que rabia. Si un hombre se tira a varias es un máquina.
Es sábado. Él en casa y yo me largo con mi plan perfecto: Starbucks, Cosmopolitan y mañana de compras.
A lo mejor con un vestido nuevo contemplo de otra forma a mi marido. Definitivamente, debería haber tenido un perro.
El móvil suena en mi bolso y... !Eureka! Es mi perro-marido, con doble sentido. Una de dos: o me pide que le lave la ropa o que le friegue los platos.
-Ajá... sí, mmm..., no puedo, estoy lejos, adiós.
Lo sabía; no tiene ropa. Que le den. No sabes valorar la joya que tienes en casa.

-MCS-

No hay comentarios:

Publicar un comentario